El día miércoles, 28 de abril, Sunti Amilibia murió en Santiago de Chile, su segundo país.
La pequeña de una familia bien acomodada de Donostia, en la que junto a sus seis hermanos: Jose Mari, Miguel, Joaquin, Tatxo, Ramon y Julian apostaron por la República.

Jose Maria murió en accidente siendo Gobernador de Bizkaia el año 1933. Los otros cinco hermanos se integraron desde el primer día en las milicias de voluntarios y voluntarias que resistieron a los fascistas sublevados. Hicieron toda la guerra desde Donostia hasta Gijón, excepto Ramón, detenido en Santander y preso 20 años en las cárceles de la dictadura. Julián quedó inválido durante la batalla de Artxanda, el 14 de junio de 1936. Tatxo y Miguel comenzaron defendiendo a los revolucionarios guipuzcoanos que participaron en la revolución de 1934, y estos mismos les auparon a puestos de responsabilidad durante la guerra, que los desempeñaron en Euskal Herria, Santander, Asturias y Cataluña. Joaquin murió combatiendo en Tremp, Lérida, el 5 de abril de 1938.

Sunti, con 17 años fue una más de esas muchas miles de personas que salieron de Donostia antes de caer en manos de los fascistas. Junto a sus hermanos y su madre se refugia en Francia, allí muere su madre y antes de la ocupación de Francia por los alemanes, se exilia a Chile.

Apasionada, inquieta, inteligente, serena, pequeña pero gran mujer. Destrozada por la guerra, silenciosa resistente como tantas mujeres, fuerte en el amor y en el sufrimiento…, hizo de la escritura un arma para no olvidar.

Escritora y poeta, uno de sus trabajos, El Diario de la Nostalgia, fue publicado por Txalaparta en 2006, con la colaboración del Ayuntamiento de Donostia. En él, descubrimos el recorrido vital de una mujer que lucha por trasmitir la memoria, los sentimientos y acontecimientos históricos que marcaron a toda una generación.

Enamorada siempre de su tierra vasca, Sunti escribe en su Diario: “Tal vez, el amor más grande de mi vida haya sido el amor de mi tierra… Hubo un tiempo que deseé olvidar mi país, matar mi identidad, renacer de nuevo…, mas todo ha sido inútil; el amor ha venido a instalarse en mi alma y es un amor ya maduro y sabio que acepta las decepciones como parte integrante de su pasión” Pero Chile es su otro amor: “Llevo a Chile clavado en mis pupilas con señas indelebles y en ella se reflejarán siempre la cordillera activa que me ocultó de la locura y el mar profundo que cerró, bondadoso mi huida”

Nuestro agradecimiento sincero por el tiempo que hemos compartido contigo y nuestro abrazo profundo para su compañero, Richard. También para Bali, que con discreción pero rotunda presencia ha cuidado de ti tantos años.

Te despedimos con los mismos versos que tú dedicaste a tus hijos, recordando a una de tus poetas preferidas, Gabriela Mistral:

Ha venido el cansancio infinito
a clavarse en mis ojos al fin
el cansancio del día que muere
y el del alba que debe venir.

Julia Monge. D.N.I. 15.356.597-A

Juan Ramon Garai: D. N. I. 72.561.918-T