Noticia original: Noticias de Gipuzkoa

Reconstruyen un búnker del batallón dragones como primer paso para la puesta en valor de las trincheras.

Mirando hacia Udalaitz y Murumendi se ha desenterrado un búnker que fue utilizado por los milicianos del batallón Dragones. Esta estructura militar convertida en su día en refugio de aquellos combatientes fieles a la legalidad republicana ha sido reconstruida gracias al empeño de Intxorta 1937 Kultur Elkartea, Oroimen Detekzio Taldea y Arrasate Zientzia Elkartea (AZE), la asociación que trabaja en la defensa del patrimonio.

Enclavado en el paraje de Lurbarria, entre el convento de Udala y la calle Maitena, la última del barrio de las Malvinas, se levanta esta construcción defensiva, que junto con otros muchos escenarios de fortificaciones y enclaves naturales estratégicos, guarda todavía numerosos secretos e historias ocultos bajo tierra. Sacar a la luz este vestigio de la Guerra Civil española constituye la primera piedra de un proyecto que busca recuperar las trincheras y poner en valor este patrimonio de la historia reciente.

La intención del Ayuntamiento arrasatearra de lanzar una segunda edición del libro, ya agotado,Hacia una memoria compartida 1936-1956 llevó a sus autores, los integrantes de la asociación memorialista Intxorta 1937, a embarcarse en la tarea de vestir esta publicación con nuevas aportaciones. Así surgió la idea de estudiar las trincheras y completar un mapa con los restos de la guerra en Arrasate.

En su afán por explorar estos rincones olvidados se encontraron en el camino con Aitzol Azkarraga, Hodei Villar y David Gil, tres jóvenes aficionados a destapar las huellas del pasado que se esconden en el subsuelo. Agrupados bajo el colectivo Oroimen Detekzio Taldea decidieron trabajar codo con codo con Intxorta. Pero en esta unión de fuerzas reclutaron a una tercera pieza: Arrasate Zientzia Elkartea (AZE). “Los objetos que aparecen en nuestros bosques y montes no pertenecen solo a la contienda del 36, sino que también son de la guerra carlista o anteriores a esa época y es, por ello, que recurrimos a AZE”, destaca Juan Ramón Garai, miembro de Intxorta.

Precisamente fue José Ángel Barrutiabengoa, integrante de AZE, el que dio cuenta de la existencia del citado búnker en los terrenos del caserío Larratxu, cuyo propietario les dio permiso para enfrascarse en la labor de retirar toda la basura acumulada en la construcción bélica que montaron los resistentes.

“Apareció gran parte de la pared frontal del búnker y junto a ella una cola de un mortero Valero de 50 milímetros”, detalla Garai. Cuando se dispusieron a levantar la pared, ayudados por una máquina, se toparon debajo con los restos del techo de la construcción y casquillos de bala. “En el exterior, junto a la encina, encontramos una treintena de casquillos y un peine de balas”, añade Azkarraga. El siguiente paso fue la reconstrucción del trozo del muro que se había perdido. Un trabajo que se hizo en auzolan.

“Las tropas fascistas entraron en Arrasate el 26 de septiembre de 1936 y durante los próximos siete meses se estabilizó el frente. En octubre de ese año los arrasatearras del Tercio de Zumalacárregui ocuparon los caseríos Maitena y Olaran;a 150 metros por encima, en las trincheras que habían construido y en este mismo búnker -en alusión al que han restaurado- se hallaban los combatientes del Batallón Dragones”, explica Garai, recordando este pasaje de la historia arrasatearra.

En lo que va de año, Azkarraga, Villar y Gil han rastreado las huellas del pasado de un lado para otro: sin salir del entorno de Arrasate (la cima de Loro, Arrixan, la ermita de San Miguel, Kurtzetxiki, Hidalgobaso, Anporreta…), pero también en Leintz Gatzaga, Aramaio y Zigoitia. De esta afición, que ha logrado enganchar a más gente a las filas del colectivo Oroimen (en estos momentos son ocho integrantes) han aflorado numerosos objetos. Con el uso de detectores han descubierto gran cantidad de material bélico como balas (algunas sin disparar), tapones de proyectiles, espoletas, metrallas, la hebilla de un cinturón de un soldado, botones de la indumentaria de un carlista y obuses, así como herramientas agrícolas (herraduras, restos de azadas, hachas…). A estos hallazgos se suman monedas de los siglos XV al XIX y otras curiosidades cargadas de historia.

“La idea inicial era completar el libro con nuevas aportaciones, pero teniendo en cuenta lo que estamos encontrando y que todavía queda mucho por hacer para la recuperación de la memoria histórica en Arrasate, pensamos que hay que poner a la vista las trincheras más destacadas”, apunta Garai.

La actuación pasaría por acondicionar un centro de interpretación a lo largo de estas estructuras defensivas que poblaron el escenario de la batalla, a través de visitas guiadas y la colocación de paneles informativos, siguiendo el ejemplo de la cercana Elgeta. Un proyecto para cuya puesta en marcha les gustaría contar con el apoyo del Ayuntamiento.

“Más adelante, de cara a 2021, nuestra intención es organizar una exposición”, concluyen. Se trata de poner en valor las trincheras. Para defenderse del olvido. Para recuperar la memoria histórica y acercar este patrimonio a todos.

 

Aitzol Azkarraga muestra una parte del material bélico encontrado.